domingo, 9 de febrero de 2014

Metas 2014

    Iniciar un nuevo año de vida no es taaaan divertido como antes. Cuando uno es más chico, no puede esperar hasta que el calendario llegue a la fecha del cumpleaños. Ahora siento que es como la cuenta regresiva de una bomba.
    Cuando cumplí 20 hice una entrada donde contaba que sentía que me faltaban montón de cosas por hacer.  Estos 3 años...(cresta, 3 años) he hecho algunas cosas bastante entretenidas, sobre todo proyectos. Pero todavía siento que quedan montón de cosas qué hacer y montón de tiempo que está siendo mal utilizado.
     Paso a enumerar algunos de mis objetivos entes de cumplir 24...
-Terminar de una vez por todas el Zelda: Ocarina of time.
-Aprenderme los pokémon de la quinta generación. Chanfle, verdad que salió la sexta también.
-Llegar a los tonos agudos de la canción de El quinto elemento.
-Ganarme un copete en un karaoke (y luego donarlo).
-Completar la pokedex y encontrar el último horrocrux.
-Aprender a tocar por lo menos el "Cumpleaños feliz" en guitarra.
-Hacer todas las prótesis.
-Golpear a mi hermano. (Listo)
-Ingresar a por lo menos 2 agrupaciones estudiantiles y/o emprendimientos nuevos.
-Aprender mapuzungun.
-Disfrazarme de bandurria.
-Continuar con mi cargo de Presidente de ASOCEO, lo que incluye aprenderme de memoria no sólo las actividades de cada miembro, sino que también los números de carné y grupo sanguíneo.
-Cantar en Rojo: Fama Contrafama.
-Lograr que vuelvan a dar Rojo Fama Contrafama.
-Recolectar bolsas de la Librería Antártica.
-Comprarme el gorro de polar de Totoro.
-Matar a todo aquel que me diga "feña".
-Encontrar un 6to psicólogo.
-Ponerle fin al cuento "El Puente".
-Arreglar mi Super Nintendo.
-No perder ningún material o instrumental, y recuperar aquellos que presté en mi paso por la carrera de Odontología.
-Aprender 500 canciones nuevas.
-Leer por lo menos 5 libros nuevos. (Ya nada es como antes).
-Salir en la portada de algo. Aunque sea del "Padrelascasino".

    Es re-difícil establecer una lista de objetivos. La mayoría son leseras que se me ocurrieron. Lo mejor es ir avanzando en el camino y sobrepasar los obstáculos de a uno.
    Sin embargo, hay un objetivo que espero cumplir y que a fin de año podamos decir que lo logramos: Buscar sonrisas en el Lago Budi.

sábado, 21 de septiembre de 2013

El puente

El camino se hizo más largo que de costumbre, y el número de gotas de lluvia por unidad de superficie comenzó a aumentar. Empezó a sentir frío en la cara y a ponerse de mal humor así que  subió a las mejillas, la bufanda que cubría su cuello. Caminó por un buen rato, esperando que el día acabara pronto, pero no llegaba a destino. El recorrido se estaba volviendo ridículamente largo mientras el cielo se ennegrecía más. Pensó que a lo mejor estaba caminando muy lento.

Algo no andaba bien. Se sacó los audífonos, para observar con más calma… y se sintió sobrecogido al notar que no había nadie en la calle. Miró hacia atrás y el haberse encontrado con Mariana y los novios parecía haber sido un espejismo, porque no se veía ningún tipo de movimiento. Tampoco pasaban los autos, la calle estaba desierta. Si alguno ha sentido la sensación de estar atrapado en un callejón y siendo perseguido, probablemente no se compara con la sensación de verse solo en un lugar extenso. Las luces de las tiendas continuaban encendidas y el único sonido que se podía percibir era el de la suave lluvia.

El corazón se le recogió y se sintió helado de pies a cabeza. Sintió un miedo extraño y adrenalínico, que sólo le permitió echarse a correr por la calle, a lo que más daban sus fuerzas. Corría y corría, pidiendo dentro de su mente, que apareciera alguna persona. Miraba a ambos lados todo el tiempo, corriendo y cruzando las calles…pero en realidad era poco lo que avanzaba, era como si las dimensiones del espacio se hubieran roto, o como si el espacio se hubiera agrandado.

Pero corrió con más fuerza y más rápido, mientras la desesperación subía de su pecho a su garganta y de su garganta a los ojos. Si alguien ha sentido una desesperación de manera súbita cuando segundos antes estaba escuchando música mientras caminaba, probablemente puede entender de qué forma se sentía este muchacho.


Las tiendas estaban totalmente vacías, sin un ápice de vida humana, sólo había luces encendidas, que se sumaban a las de los postes del alumbrado público. Se detuvo. Trató de respirar más rápido, pero respirar era extrañamente tan irreal en aquel momento en que las cosas no eran para nada concretas. Miró las luces de la calle, que estaban alineadas hacia el punto de fuga donde estaría el bus que lo llevaría a su casa. Se acercó a la que estaba más cerca de él, se apoyó en aquel poste de concreto, para recobrar algo de aliento. Miró hacia arriba para ver de frente la luz naranja que lo alumbraba. Si no había nadie en la calle y no avanzaba en su camino, ¿Por qué las luces continuaban encendidas? Le bastó pensar eso, para que todo se volviera oscuro y entrara en las tinieblas más horribles en que alguien se haya podido imaginar.

lunes, 16 de septiembre de 2013

El Puente

Iba caminando por las calles cercanas de donde estudiaba, repasando mentalmente el recorrido anatómico de cierta vena. Las calles estaban iluminadas por la luz naranja de los postes que también iluminaban las finas gotas de lluvia que caían cerca de ese resplandor. Olía a tierra húmeda y a cemento mojado, olor que evocaba los recuerdos de la infancia de nuestro personaje. Se dirigía hacia la calle principal de la ciudad donde pasaba el bus que lo llevaba a destino.

Era difícil intentar memorizar lo que se había leído hace un rato, pero había que hacerlo, ya que la prueba era pronto. Miraba hacia el suelo al caminar, para que no se le escaparan los nombres aprendidos, y para no distraerse con nada ni nadie. Estaba llegando casi a la esquina, y visualizó el supermercado de la ciudad…¡¡¡PAW!!!

Un estruendo único y aterrorizante desconcentró al memorizador de venas, y sintió miedo cuando en el instante siguiente, las miradas de las personas se dirigían a un punto ubicado detrás de él. Como siempre prefería pasar desapercibido, intentó que la gente no notara su presencia, y sin pensar en qué o quién había causado el estruendo, se metió dentro del supermercado. Las personas que compraban en el supermercado, también parecían haber oído el ruido y miraban con atención por los ventanales, él también quiso mirar, pero pensó que era mejor concentrarse en olvidar el susto. El corazón todavía le saltaba.

Como ya estaba allí, pensó que podría comprar las cosas que siempre faltaban en su casa. Se dirigió hacia el pasillo de los lácteos, luego al del pan y por fin al de las frutas. Hizo aquel trámite, de manera muy rápida, no tuvo que pedir permiso, no tuvo que esperar un turno, y el hombre que pesaba las manzanas apenas le habló. Se dirigió, hacia la fila de la cajera, donde lo esperaba una serpiente de personas que abarcaba la totalidad del pasillo correspondiente. Se sentía raro, quizás por el susto que había sufrido antes de entrar, así que para evitar el nerviosismo estúpido, continuó repasando los nombres. La hilera de personas seguía aumentando ¿sería la única caja funcionando? Detrás suyo una mujer cargaba un pastel de aquellos con cubierta plástica, sobre la cual habían unas bolsas de jugo en polvo; la mujer buscó algo en su cartera, y con el descuido cayeron al suelo las bolsas de jugo. Iba intentar ayudarla, pero la mujer pidió a la jovencita que estaba delante de él que se las recogiera. Otra vez se sintió idiota, ¿por qué no se lo había pedido a él?, quizás qué cara llevaba, o quizás qué cara ponía cuando memorizaba algo.

Los minutos seguían pasando. No había forma de que la fila avanzara, y se hacía cada vez más tarde. Se estaba impacientando, y ya no podía poner atención a qué nombres tenía que memorizar. Se dio por vencido y dejó las cosas en la estantería que tenía al lado, y se fue. Salió de nuevo, al aire helado de la noche y a recibir las pequeñas gotas de tamaño insignificante, pero que amenazaban con una lluvia feroz en las próximas horas.

Cuando llegó al semáforo, los vehículos pasaban a gran velocidad. Desde ese punto pudo ver que a mitad de calle se encontraba Mariana, la compañera de Universidad del muchacho, y se alegró de tener una cara familiar a la cual saludar. El semáforo pasó a verde, y se apresuró a caminar para saludar a su amiga. Estuvo a punto de emitir el sonido para decirle “Hola” pero la muchacha estaba hablando por teléfono y no se fijó de su presencia.

Un poco apesadumbrado, continuó con su camino por la calle que llevaba hacia el centro de la ciudad. Era mucho más fácil tomar una locomoción en esa zona, y permitía que fuera más fácil el repaso mental de los contenidos vistos en clases. En el avance del camino, vio a lo lejos y en la vereda de en frente, unos seres conocidos: eran unos compañeros de la secundaria. Un par de novios melosos, de los que no se despegan nunca, excepto para cumplir con las necesidades básicas. Se sorprendió de que todavía siguieran juntos, a pesar de los años, y no sintió en absoluto ganas de saludarlos. Pero éstos, ni siquiera lo vieron, y no hubo necesidad de hacerlo.

El aire de la ciudad estaba impregnado de aquel olor emanado por las chimeneas. La ciudad iba empeorando el olor día tras día, quizás en la misma intensidad en que iba aumentando el frío. Habían sido muchas desconcentraciones como para seguir revisando nombres del cuerpo en la mente. Tomó unos enredados audífonos del bolsillo del pantalón y se dispuso a desenredarlos para encontrarse de sopetón con la potente música que gustaba de escuchar. La onda mecánica del sonido no sólo fue percibida por sus oídos porque en el momento en que encendió los audífonos sintió un piquete en la zona central de la espalda. Una extraña molestia que no había sentido nunca antes. Estiró los brazos y contrajo los músculos de la espalda para que al relajar el dolor desapareciera. Y así fue.

jueves, 12 de septiembre de 2013

5 minutos más, por favor.

   Hace mucho descubrí que tengo una extraña habilidad, y un tanto tenebrosa. Dentro de las miles de reflexiones que pasan por mi mente, en un día de 24 horas, pasan también pensamientos sin sentido, caras de personas, sonidos de hace más de 5 años, olores de veranos alejados, listas de cosas, de quién es miembro de la agrupación o no, de cuanto dinero falta, qué cómo se dice en inglés, y en mapuzungun, ¿lleva tilde o no?, qué diente toca mañana, qué paciente, y cómo se llamaba este programa de TV, quién se fue eliminado la semana pasada...¿y cómo estará Fulano de tal? (me carga la palabra "fulano"). Me subo a la micro, hace el recorrido y cuando me bajo, camino un poco y ¡tate! pasa Fulano de tal... ¿lo habré invocado yo?

   Sería casualidad que pase una vez. Pero no ha sido una sola... ¿serán ya 20 veces que pasa lo mismo?. Al principio uno se tranquiliza pensando en que es una especie de deja vu que se configura a mayor escala, pero la situación es ridícula... "Hace tiempo que no dan esta película en la tele" la dan al día siguiente. "Hace tiempo que no sale esta actriz en una teleserie" en el canal de la competencia, es la próxima protagonista. "Hace tiempo que no escucho esta canción" la escucho en la micro.

   Hace alrededor de un mes, salí de mi casa con dirección a la Universidad y dije: "Lo más probable es que me encuentre con mi compañera de tesis". Pasé a buscar unas cosas a la Universidad (en un día en que no había clases), me dirigí hacia el centro y en el camino, me encontré con Compañera de Tesis...me llamó la atención pero lo dejé pasar.

   Hoy día, saliendo de clases, recordé de forma espontánea a J. Tres cuadras más allá lo encontré y lo saludé.

   Pero lo que me da más miedo, es lo que tiene que ver con los sueños, y más a aún con los secretos. Hace un tiempo me contaron un secreto, pero una semana antes, es misma persona me contó el mismo secreto en un sueño. También soñé algo con respecto a la enfermedad de mi abuelo.

   La verdad, no sé si deba asustarme. Podría ser un sinnúmero de coincidencias, hechas para atormentar a un tonto como yo. Quizás es sólo una especie de matemáticas y probabilidades en donde el imaginar tantas cosas por minuto, hace que la realidad simplemente muestre una imagen de tantas que me imagino. Es como vivir la realidad con una señal de aviso, o con una alerta. Pero no es algo que quiera que siga ocurriendo. Vivir el día a día, dicen.

sábado, 31 de agosto de 2013

Mi vecino Ricardo

     Hoy día quise recordar cuántos cumpleaños he pasado con Ricardo, parece que son seis. Seis son los que recuerdo, y no recuerdo más. Primero me preocupa que mi supermemoria no me recuerde con precisión la cantidad exacta, pero lo dejaremos en seis. También me preocupa estar repitiendo demasiado las palabras en este párrafo, pero mejor es avanzar pronto. 

    ¿Se imaginan escribir Cumpleañoz?  con "Z" en lugar de "S". Es un error bastante rebuscado de cometer, pero para alguien cuyo apellido es Muñoz, el cual termina con "Z" y que tiene una mente algo despistada, que se evade en algunos momentos, es más factible de cometer. En tales momentos, cuando la risa emana en los momento menos esperados, es cuando más aprecio la presencia de este ahora joven, que hace poco era niño.

    Un día de sol, se apareció por la calle. Yo lo atendí desde la ventana del segundo piso. Me contó que había quedado seleccionado por un concurso de dibujo que se votaría a nivel mundial, fue una alegría que vivimos entre los dos, y donde tuve que ayudar a buscar los medios escritos en donde apareció, como por ejemplo en  diarios y revistas. 

    De seguro, el mundo en el que vive Ricardo, formado por sus amigos y por su familia, sabe y reconoce que su forma de ser puede llenar el lugar en que se encuentra; te puede sacar una sonrisa en segundos y en unos segundos más una carcajada. Una carcajada interminable. También de seguro, su entorno sabe que en Ricardo hay muchas personas más: hay un actor, un estudiante, un cantante, un dibujante, un talento, un pilar, un amigo, un hijo y para algunos un hermano. Siempre me alega que se le cayó el teclado, pero lo que se le cayó fue el mouse, y se le cayó estrepitosamente junto con cohibirse un poco por ello. Ni siquiera conversamos en esa clase de Inglés Internacional, pero después lo vi esperando la micro. Y recuerdo que algo le pedí a Dios para él, sin siquiera sospechar que pronto se convertiría en mi amigo.

    Nunca había conocido un ser humano que se le cumpla el deseo que pide a una estrella fugaz. Tampoco nunca había conocido a alguien que pareciera que la fama lo persigue, un concurso internacional, una intoxicación, posters promocionales para obras de teatro y de seguro un batallón de personas que lo sigue y que percibe que hay cosas especiales en él.

     Se me vienen muchas imágenes a la mente: recuerdo un cuerpo apretado en la puerta de un bus, un grifo de agua roto, la salpicadura de un auto, un canto agudo, un spanish, un disfraz de zeus, unos guantes sin dedos y una profesora imitada. También recuerdo un montón de regalos, de detalles...detalles que aunque guardo con mucho cariño, están en distintas partes de mis cajones desordenados y aparecen de pronto.

    Los últimos años han sido muy extraños... extrañísimos, cosas que todavía no puedo entender ni asimilar. Pero de alguna u otra manera, sé que cuento con algo que no cae ni se disuelve, y es que tengo alguien que me puede hacer reír, y que siempre está dispuesto a hacerlo. Si tuviera que emprender un viaje largo, llevaría conmigo la creatividad de este joven, así como de otros me llevaría otras virtudes. Además, si tuviera que hacer de verdad ese viaje, me despediría de él, recordándole que pocos hay como él, con perseverancia, estilo y un alma liviana, parecida a la de un niño.
    

jueves, 22 de agosto de 2013

Solo en la lluvia, otra vez

   He dejado de escribir en este blog, por mucho tiempo, pero hoy día las letras del teclado me obligaron a ingresar a este sitio para dejar un sentir, un pensar y un pesar.
   Mi mente ha funcionado y trabajado todo el tiempo sin descanso, incluso en la noche, evocando recuerdos y buscando respuestas. Intento que se me pase, pero todavía queda el dolor de cabeza.
  Mi pecho estuvo apretado un día entero, un dolor que tienes cuando no puedes llorar y necesitas hacerlo. Mi estómago dolió un día entero, dolía como enfriamiento, como ganas de vomitar, como cuando vas a cantar ante el público o disertar frente a un profesor. Mis músculos, ordenados por mis nervios, tiritaban como augurando algún peligro. Estoy enfermo, estoy triste, estoy decepcionado, y siento mi corazón y piernas pesadas.
   Las respuestas llegaron el día de ayer. Llegaron con la lluvia, y con un paseo bajo paraguas, mojando más mi alma que mis pantalones, entablando una conversación, con Aquel que me salvó.
   ...ha sido un recorrido tan largo y tan solitario. Ha sido un recorrido que me ha planteado tantas situaciones, tantos enfrentamientos de valores y de reflexiones infinitas. Pero hoy no será invocado el dolor del ayer, el dolor de aquel recorrido junto a gritos de desconocidos en las calles de Temuco, y es porque hoy se enfoca todo en algo completamente diferente.
   Hoy se celebra un día. El día del niño. Cada vez que me veo observando a alguien, me pregunto cómo habrá sido su vida de niño, y de si el hecho de pensar en qué pudo vivir en su infancia, logra explicar las cosas que le suceden en la actualidad, o su forma de ser y pensar.
   Para lo que algunos es trivial, para otros son las cosas determinantes de la vida. No sé qué va a pasar mañana, ni siquiera puedo prometer que las cosas que defiendo hoy en día, vayan a ser mis regentes en los años venideros. Lo que sí puedo saber desde ya, es que no operaré como aquel que me dejó en la lluvia de Temuco, ya que por muy distintas que sean las visiones de vida, los amigos son los amigos y en aceptar las diferencias está una buena parte de ser sabio. Aunque leas o no, siempre estaré pendiente, de si necesitas ayuda.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Nada


Se presentan ante mí un sinnúmero de cosas. Unas corridas de autos, dejan en su viento sentimiento y el pasar de trenes un montón de recuerdos. Son tantas cosas las que pasan por mi mente. Es como cuando pones en un mezclador los colores que crees que te darán el tono que buscas, pero no logras dar con el apropiado. Es como pretender poner nombre a alguna cosa que sientes, pero no eres capaz de encontrar en tu vocabulario el término apropiado.
Siempre que me siento triste vienen a mi mente un cuádruple de ojos, dos claros, dos oscuros. No entiendo por qué recordarlos, como si me debieran algo, o como si recordarlos, me obligara a culparlos de algo. Pero supongo que es más fácil personificar en alguien, que buscar esa palabra que falta o preparar el tono de acrílico indicado.
En cierta forma, me creía inmune. Inmune e intraspasable para sentir ciertas cosas, pero se da la oportunidad que me siento víctima del fracaso, y no sólo de él, sino que también de la incapacidad de reponerme. Cuando escuché la palabra resiliencia, pensé que su significado era algo que se ajustaba a mí, pero en la medida en que no puedo hacerla mía. Fue como cuando faltaba llenar un espacio en el mosaico, y encontré una pieza que calzaba perfectamente, como si la forma a llenar hubiera sido hecha apropósito para ocupar tal tesela; pero ésta calzaba con el color de la cerámica tocando el muro, y no hacia el lado que era vista por el observador. Definitivamente, no me sobrepongo a la adversidad, y es como hincarse una púa en el pie, el reconocerlo.
Las personas transitan en su vida diaria, comen, trabajan y duermen. Pero no sé si la mayoría suele reflexionar sobre las cosas que sustentan su vida. En el día de hoy, vengo a pensar que muchas de las cosas que siento y pienso, y más aún recuerdo, son un momento cúlmine de algo.
A ratos viene la desesperación, a ratos viene a mí, un sentir profundo de amargura, como si hubiera oído la noticia más triste. Miro hacia atrás y recuerdo esas horribles tardes, en que el sol se iba poniendo y mi mente suplicaba, perderse, para no pensar en lo indebido. O más atrás, en aquellos momentos en que unas manos azotaban el colgador con ropa que estaba en la pieza.
Mi mente busca un culpable, un responsable de lo que ocurre hoy en día. Alguien que pueda dar cuenta de los daños ocasionados. Que venga y repare cada cosa que echó a perder. No puede ser que ciertas ataduras no se rompan y hayan pasado ya casi 10 años.
Me siento decaído, como si ya no quisiera luchar, pero sé que la guerra todavía no empieza. Me siento débil como si nadie pudiera en ningún momento infundirme aliento. Me veo a mí mismo cabizbajo porque no soy capaz de reponerme ni verme luchando en el futuro. El mundo avanza y los niños crecen, pero mi mente sigue atascada en una parte del pasado, pasando de un color a otro y sin entender cosas elementales.
He aquí un sollozo, he aquí alguien que no entiende, y he aquí alguien que no quiere levantarse.