viernes, 5 de agosto de 2011

Una hormiguita chiquitita...

Creo que ya hablé sobre que el tiempo corre a un velocidad horrible dentro de mi mente, y que gran parte de él parece estar siendo desperdiciado. ¿Y qué hacer con eso? Nada creo.
Hoy día fui a una actividad. Tomar la mano de un niño, teñirla de azul, ponla en la hoja, eso, muévela un poco a los lados. Listo. Tomar una botella de spray y rociarla sobre la hoja junto con llenar la habitación de un olor como el que quedaba cuando mi mamá se aplicába esmalte de uñas. Con tiza molida de color rojo (¡es rosado tío!), bueno de color rosado, colorear la mano de una niña (¿tiene dos colores no más?), e inmortalizarla con el esmalte de uñas. O sea con el fijador de dibujos.
La lluvia me recordaba intermitentemente que estamos en invierno, por lo que el paraguas me acompañaba, se me quedaba en las casas o luchaba para que se sostuviera contra un muro. Hola, vengo para que los niños firmen el compromiso, los niños del reforzamiento. Ah ya pase. Uy, no me avisaron. Oh, se me olvido. ¡Hola niños! holaaa.
¿Por qué estoy relatando esto? Bueno no sé. Cada niño en una silla, yo de pie, o sentado, según...Leamos el compromiso: yo, aqui tienen que poner su nombre, me comprometo a...(prestar atención, comportarme adecuadamente, respetar a los otros niños, monitores, etc). No dejó de llamarme la atención, la dificultad de varios niños, por escribir el nombre. Te ayudo, (que escribe rápido...). ¿Y por qué con la mano? ¿No puedo hacer una firma no más? ¿Qué es eso, tío? ¿Por qué queda mojado?. Preguntas sabias, creo yo. Bueno, con la mano porque es más entretenido que firmar, con tiza molida porque no causa manchas productoras de enojo y pérdida de prendas adoradas, y el fijador en spray porque la tiza se sale. La respuesta a los niños: porque al poner la mano es por un compromiso importante, y si le ponemos este fijador será un compromiso por mucho tiempo.
Mi memoria me trae distintas imágenes de caras pequeñas. Generalmente recuerdo sólo los nombres, esta vez los puedo asociar con rostros.
Hay cosas que me preocupan, que no sé si lograré. Tío, pero yo no quiero compartir con los más chicos. Con quién vamos a ser, ¿podemos ser con usted? emmmmmm. Vislumbro que se avecinan desafíos respecto de ello, algunas inseguridades, pero varias ideas tras ellas vienen caminando.
Hace un tiempo, (...) ¿hace un tiempo qué? cambié la ventana y no sé que rayos quería escribir.
Ah, ya me acordé. Cuando ayudé a uno de los niños con Matemáticas, sentí que de verdad podía ayudar a entender un contenido, y sentí que no era algo unidireccional. En cierto sentido, el enseñarle algo, ayudó a que se me contagiaran ganas de estudiar (para mí muy dificiles de encontrar), pasaba justo por un momento complicado, y aún así resultó más fácil estudiarse las neoplasias. "El reforzamiento es para contagiarnos las ganas de estudiar, unos con otros, nosotros a ustedes y ustedes a nosotros", repetí varias veces.
Desde pequeño, siempre vi a mi madre cercana a los niños. En diferentes ambientes ella es capaz de entablar una relación de cariño con ellos, conversarles, y sobre todo ayudarles. No dejo de pensar, en la cantidad de niños que ella ha ayudado, desde el punto económico, académico, y personal. Me pregunto si es que seguiré yo, con ese estilo, y según parece todo apunta a que sí. El resultado de la suma de la propia infancia, el ejemplo de mi madre, los niños que ya conozco,  los objetivos en la vida, y las circunstancias. La infancia es un tema. Pero no creo que para un blog...quizás sí, para un libro que se venda en la Antártica.
El reforzamiento de los sábado necesita más gente, si por casualidad llegaste a esta entrada, te invito a participar. La idea es ayudar en los estudios a estos niños que necesitan de tiempo y paciencia. Si necesitas más información, manifiestalo en los comentarios y te haré llegar la información. Además dentro de poco, se hará circular un formulario electrónico para recoger tus datos.
Al releer, el primer párrafo, me doy cuenta que por lo menos una buena parte de mi tiempo, está bien invertida.

viernes, 10 de junio de 2011

I will be your safety

Esta es la primera entrada de este blog sin un tema específico. Hoy me saqué una radiografía panorámica para evaluar si es que poseo cierto problema, abra la boca, ¿puede hacer clok clok? Si, clok, clok. Ya, lengua succionada en el paladar, muerda aquí y cuando yo le diga, succione la lengua. Ajuste vertical, horizontal, afirmese aquí. Ruuuuum. Mujer escapa de la radiación. ¿Segundos? ¿Un minuto? ¿Eso es todo? Si chao. Gracias nos vemos.
Conocer ambas caras de la moneda, pareciera repetirse como un patrón. Como paciente, como tratante, como alumno, como ayudante, como estudiante, como tutor. Como rechazador y rechazado.
Al estar en una posición doble, se entienden muchas cosas. Se distinguen errores de quienes están en la posición "superior" y se detectan debilidades.
Y la dualidad parece repetirse como otro patrón.
Sé que le escribo a nadie, sé que nadie se para a leer y entender estas líneas. Pero aunque solo sea mi pantalla la receptora, bien vale la pena desechar algún saco de arena.
El transcurso de los últimos días, ha sido como una ruma de distintos sentimientos, uno tras otro, y acompañado de distintas reflexiones. ¿Será que nunca va a pasar? Lo más probable es que sí, pero ya estoy aburrido.
En lugar de aprovechar el tiempo, suelo sumergirme en algo, en una vasija de problemas, como con alguna intención, como con el ánimo de evitar algo. A veces pienso a favor mio, a veces en contra.
Me gustaría hacer ciertas cosas, me gustaría pensar que se va a solucionar todo más fácil de como me imagino. Que no fui quien cometió errores, y que todo está bien...
Pido perdón y tiempo.

sábado, 7 de mayo de 2011

Ríe, ríe...

Hoy día vamos a hablar de cosas felices, aunque bueno, no es que aquí los días seas muy felices, pero partamos. El reír ha sido para mí, uno de los verbos más presentes en mi vida y en mi historia. Tanto así que el tener algo de qué reírme, se convierte a veces en mi búsqueda principal. Quienes me vienen conociendo ahora, dirán que mi expresión facial no concuerda con las palabras aquí escritas, pero en las siguientes líneas quizás se podrá entender la razón.
Cada vez que algo me causa mucha gracia, suelto una carcajada. Me han dicho montón de veces, que esa risa es contagiosa. Que me río con ganas. Que riéndome yo, se ríen ellos. Que parece una metralleta... Yo sé que esa risa mía es explosiva y fuerte. Y lo mejor para mí es que es una risa laaaaarga, y con efecto residual. ¿Pero en qué momentos surge esta risa?
Debo agradecer, que durante los años que llevo en el planeta siempre ha  existido a mi alrededor gente que me hace reír; desde que nací hasta el día de hoy mi madre (muchas veces a propósito), me dice cosas que me hacen desternillar de risa, incluyendo el tirarme al suelo, lágrimas y dolores de guata; lo peor es que en medio de esos ataques en lugar de quedarse callada, prosigue con su cometido. Para más remate, 7 años después de mí, viene al mundo otra persona que por su forma de ser y capacidad para soltar información en los momentos más raros (con bastante astucia), logra multiplicar esa cantidad de episodios.
Al ir creciendo fue aumentando aún más esa cantidad de personas. Pero el año 2002 se activó una forma mucho más precisa de reír, conociendo a una amiga de mi curso con que se logró construir muchos códigos de expresiones faciales, canciones, sarcasmos, palabras especialmente inventadas y lo mejor: imaginarse situaciones lo más elaboradas y absurdas posibles que te hacían borrar los límites de posibilidades de reír. Con esa herramienta bajo el brazo, a la llegada al liceo, sólo era necesario el encuentro con las personas idóneas. Siguieron las carcajadas, siguió aumentando el código, imitar personas, cambiar la letra a las canciones, hablar como gitano/a, como el tío lalo, como tonto, como la vieja de la novela, molestarnos mutuamente...y el infaltable doble sentido.
Pero fue necesario que pasara un año más, y que nuevas personas ingresaran al liceo para que la verdadera hilaridad se produjera. El ingreso a cierto programa de cierta Universidad de ciertos talentos, fue la puerta de entrada para el verdadero código de risa ya no solo de un par de personas, sino de un grupo completo de personas, cada una con capacidad para imaginarse cosas chistosas, para entender cuando uno hacía referencia a una película, a una parte de una canción, a hablar un poco más lento, como niños, a imitar a la Paty Lake con sus chiquillitos y sus viajes por el mundo, a la O. Peña, a reírse de las tribus urbanas, a imaginar que tío Gustav golpeaba a la ppena, a subirse al bus y mostrar cartelitos a la gente con mensajes de seguridad, a hacer nuestros propios personajes, nuestras propias frases, a golpearnos, a reírnos el uno con (del?) otro, y lograr todo eso con una espontaneidad admirable.
No puedo creerme a mí mismo que pudimos llegar a conformar un grupo tan genial, donde el pegamento es la risa, donde no es nada más necesario que juntarnos y hablar o cantar, donde más de una vez he escuchado el comentario de nuestros padres de que somos bastante especiales para nuestra edad (y con lo último, quizás yo el más), que el grupo que formamos no es como la mayoría.
Fuera de que la risa ayudaría a bajar de peso y a evitar el cáncer (lo escuché hace mucho, perdón si no es así), el efecto que queda luego de sufrir un ataque de risa masivo con tus amigos, es algo anestésico y satisfactorio, mejor que juntarse a beber y mejor que tragarse humo.
Hoy en día, me encuentro enfrentado a un mundo donde mi risa no encaja, porque ¿dónde podría ser?, sumando a eso ciertas preocupaciones, y el hecho innegable de que ese código de risa no está en otros, el resultado es que los momentos de risa son mucho menores. Ya no todo te hace reír, porque tienes tu propio esquema.
Pudiera ser un tanto frívolo el distinguir a las personas por la capacidad de hacer reír, pero no es lo único, ni lo más importante para mí en otros. Y recordando las palabras del tío Oscar, los hermanos de sangre no se eligen, pero los amigos son hermanos que sí.
Me dispongo a revisar cuales han sido los momentos más hilarantes que recuerdo y se me vienen a la mente los siguiente momentos: una persona atrapada en la puerta de un bus, la canción del Sábado Gigante, el INSTRUMENTAL de un karaoke, una mamá perseguida por el carpintero, la odisea del waka-waka de Shakira, una imitación gitana, una imitación campesina; la Paty Lake en Hollywood, con los Thundercats, en el titanic, en cuba, y su aventura con las pelelas y las casitas; cantar ópera, la sesión espiritista de Corrasca, el super chico chico, la imitación peruana, la película de chaplin, la historia de la llave de agua rota, el imaginarse a la profe mojada por la lluvia electrocutarse con el notebook, ¿y vamos a ir a la tiendita?, tengo que ir a un evento, el baile del abuelo, los videos de la tigresa, la canción se las Spice, los chistes del tío Ramón, la peluca del maniquí, ¿no cierto? ¿o no?!, gente que se tropieza, que dice palabras mal, que se asusta con los ojos del tío, que cree que el triangulo de la vida es una invocación, imaginarse a la dire bailando en su oficina, y toooodos los momentos que ocurrían a partir de los hechos que iban ocurriendo.
Me gusta reírme, pero porque cuando lo hago, hay alguien junto a mi lado, que se ríe también. De qué te ríes, te define bastante. En otras palabras, dime de qué te ríes y te diré quien eres. ¿No cierto? ¡O No! Jajajajajajaja.

PD: todos quienes participaron de esos momentos, sepan que les agradezco que sean así y que me hagan feliz.

miércoles, 20 de abril de 2011

Cuéntame al oído...

Comienzan a transcurrir los días más aceleradamente. Trato de pensar pausado y no puedo detenerme. Pero eso a nadie le importa realmente, asi que pasemos a un tema más interesante.
Cuando ingrese a la adolescencia, y más especificamente, cuando ingresé a la Enseñanza Media, las distintas vivencias pasaron a utilizar un lugar concreto. Un cuaderno, dos cuadernos, hojas sueltas, dibujos, agendas, etc. Todos esos eran secretos guardados y resguardados.
No me deja de parecer apropiada la correlación que inventé en algún momento con los peligrosos y ficticios Horcruxes de la saga de Harry Potter. Si hay algún muggle entre mis tres o cuatro lectores, les cuento que un Horcrux es un objeto en el que un mago deposita una fracción de su alma. Obviando la parte en que hay que cometer un asesinato para producir esa división, cuando pasas al papel un secreto, o un relato de vida, pasas a transformarlo en un Horcrux, porque pasa a tener una parte de tí, y que debes tener cuidado de no perder...como yo. Sin ningún ánimo de culpar ni de reprochar, cuento que olvidé uno de mis cuadernos en la casa de alguien. Tiempo después confesaron haberme leído. Rayos. Tomando la responsabilidad, creo que mi error fue haber escrito una advertencia de seguridad en la portada de mi cuaderno, recordando siempre que fue a mi el que se me quedó, nadie me lo robó ni nada...
En fin. Creo que lo conveniente ahora es definir secreto. No es que guarde demasiados secretos tras de mi vida. Pero para alguien que acostumbra a comentar lo que pasa a diario en cualquier hoja que se pase por delante, y que cuando entra en esos momentos de trisrabia no encuentra mejor que contarle sus cosas al papel, la rumita de hojas cada dia se hace más gruesa. Más que secretos, en realidad, son cosas que no me gustaría que otros leyeran, por el solo hecho de haberlas escrito para mí.
Ahora, el tema este de los secretos lo abordo para reflexionar acerca de que tan confiables somos para guardar un secreto. Mi memoria del año 1998, me lleva a una escena en que mi profesora nos hablaba de guardar los secretos de los amigos, pero que guardar el secreto de que tu amigo mató a una persona, era incorrecto. Claro, básicamente porque te acusarían de complicidad, sin embargo, un secreto similar no creo que sea guardable. (Asi que, amigos, si matan a alguien, no me lo cuenten, que yo los delataré en seguida). Pero olvidándonos de ese secreto en particular, ¿qué tan buenos somos para guardar secretos? Tic tac tic tac tic tac tic tac tic tac tic tac. ¡Tiempo! ¿Respuesta?
4 o 5 años atrás, mi respuesta no podía ser positiva. Siempre he tenido como valor, el guardar en secreto las cosas que me relatan mis amigos, pero cuando mi cabeza estuvo llena de información, solía dar información importante a unos acerca de otros. No con el ánimo de chismear, en lo absoluto. Pero era la mala costumbre de "¿sabías que X bla bla bla? ¿No? Yo cuando supe fue impactante, ya pero no le digas que te conté, pero te cuento porque fue muy impactante"
Luego de una rehabilitación, en la que participaron muchos factores, entre ellos los potenciales problemas que puedes ocasionar si cuentas algo y la madurez(?) del tiempo, puedo decir que esa vieja costumbre va quedando en el pasado. Me parece tan importante guardar un secreto ajeno, o los detalles de una conversación, como el no volver a perder mi cuaderno. Estamos en un mundo adulto, las cosas pasan de boca a oido a una velocidad enorme; hay una curiosidad interiorizada en nuestra cultura, y quizás en nuestro mundo de observar qué hace el otro. Y sin quererlo, o sin pensarlo bien, podemos ser eslabones de esa cadena. Jajaja, me acuerdo del hilarante juego del teléfono, cuando el último dice que la tía se comio un pato, cuando el mensaje original era que el computador estaba malo.
No soy absolutamente nadie para dar una moraleja, mis curas gaticas del pasado en materia de secretos me condenan. Pero tratemos de olvidar lo que hace el resto, intentemos ignorar a las personas en cuanto a lo que se dice de ellas y veamoslas por cómo son. Protejamos la confidencia de un amigo, como las llaves de la casa, la caja de clínica, el micromotor, etc.
Cuando los secretos o las situaciones abruman, suele pasar que se descarguen en una tercera persona las cosas que pasan, y las situaciones ajenas. Me pregunto si eso es correcto o no. Lo que si sé, es que este nuevo mundo que enfrento me invita a ser más discreto y un mejor confidente.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Que veinte años no es nada...

Parto escribiendo en este blog, asumiendo que ofendí anteriormente el blog de una persona, y que me animé a abrir uno, luego de leer el blog de otra. Habiendo ya hecho esas confesiones me dispongo a escribir.
Hace muy poco cumplí dos décadas de vida, y el resultado es algo sorpresivo.
Las personas al crecer, comúnmente van olvidando sus vivencias, y ciertos episodios puntuales de su vida, exceptuando aquellos hechos decisivos. Pero el hecho de guardar en la memoria, datos tan raros y absurdos; detalles sin importancia de tus vivencias, hacen que cualquier recuerdo se vuelva vívido en tu mente y pareciera estar más cerca en el tiempo de lo que realmente está. Cuando pasa algo tan importante como lo que ocurrió el 27 de febrero de 2010, en Chile, probablemente las personas recordarán su posición exacta, los lugares a los que se dirigieron, la primera persona a la que hablaron, las palabras que dijo, y la posición de los objetos que se cayeron con el remezón; todo parece haber sucedido hace muy poco, cuando en realidad ya ha pasado casi un año de eso. En tales situaciones es común aquel fenómeno, pero cuando los detalles de la vida diaria van quedando almacenados de manera nítida en la memoria, la velocidad de la misma se percibe abismante.
Junto con aquel sentir, se vuelve bastante irritante el hecho de que pocos se acuerden de lo que les dijiste el día anterior u olviden por completo algo importante que les contaste. O más aún, el recordar detalles demasiado minuciosos hace que quedes como un obsesivo o un ocioso, cuando en realidad es una habilidad natural y el memorizar datos un hobbie. Pero el hecho de guardar datos en la mente debe servir para algo (¡¡por favor!!), como lo puede ser en este mismo caso, el verterlos sobre una hoja blanca, un mejor lugar que la olla a presión de la mente.
Aquellos datos de los que hablo, son cosas tan extrañas como la distribución en las sillas de los invitados en un cumpleaños, las opciones telefónicas de cada participante en un concurso de cantantes (dame una hoja y te lo compruebo), el orden de eliminación en un reality; y lo que más me sirve, las palabras exactas de las personas que me hablan, incluyendo la entonación (aunque a veces me equivoco).
Sea como sea, me sorprende el paso de los años; el hecho de que recuerdo con lujo de detalles mi primer día de clases, las licenciaturas, las reuniones familiares, los programas de TV de hace 15 años, y todavía más anterior a eso, recuerdo estar en brazos de mis padres, mostrando con mis dedos que tenía 3 años, pasando días de canciones en la escuela dominical, y muchas otras cosas. Y lo que produce eso, son dos sentimientos. El primero, el de pensar de que en 20 años han pasado cosas fenomenales, de las que me siento feliz y orgulloso de recordar; distintas cosas que quizás otras personas con más de  20 años no hayan podido vivir. El segundo, es todo lo contrario, la impaciencia que da el pensar que no todas las habilidades han sido explotadas y que el “nunca es tarde” está llegando a su fecha de vencimiento, en cuanto a experiencias y ganas de hacer cosas se refiere.
Pese a lo anterior, puedo decir que aunque estos 20 años han pasado demasiado rápido para mi gusto, el vivir otros 20 me hace tener ganas de taparme los oídos y olvidar que el tiempo corre. Olvidar. Para mí eso es un poco dificil.

                                                                                                          Fdo

PD: Preguntas, ¿Tienes una memoria similar o te cuesta recordar las cosas?. Respecto de los dos sentimientos que expreso, ¿cuál te identifica más?