sábado, 31 de agosto de 2013

Mi vecino Ricardo

     Hoy día quise recordar cuántos cumpleaños he pasado con Ricardo, parece que son seis. Seis son los que recuerdo, y no recuerdo más. Primero me preocupa que mi supermemoria no me recuerde con precisión la cantidad exacta, pero lo dejaremos en seis. También me preocupa estar repitiendo demasiado las palabras en este párrafo, pero mejor es avanzar pronto. 

    ¿Se imaginan escribir Cumpleañoz?  con "Z" en lugar de "S". Es un error bastante rebuscado de cometer, pero para alguien cuyo apellido es Muñoz, el cual termina con "Z" y que tiene una mente algo despistada, que se evade en algunos momentos, es más factible de cometer. En tales momentos, cuando la risa emana en los momento menos esperados, es cuando más aprecio la presencia de este ahora joven, que hace poco era niño.

    Un día de sol, se apareció por la calle. Yo lo atendí desde la ventana del segundo piso. Me contó que había quedado seleccionado por un concurso de dibujo que se votaría a nivel mundial, fue una alegría que vivimos entre los dos, y donde tuve que ayudar a buscar los medios escritos en donde apareció, como por ejemplo en  diarios y revistas. 

    De seguro, el mundo en el que vive Ricardo, formado por sus amigos y por su familia, sabe y reconoce que su forma de ser puede llenar el lugar en que se encuentra; te puede sacar una sonrisa en segundos y en unos segundos más una carcajada. Una carcajada interminable. También de seguro, su entorno sabe que en Ricardo hay muchas personas más: hay un actor, un estudiante, un cantante, un dibujante, un talento, un pilar, un amigo, un hijo y para algunos un hermano. Siempre me alega que se le cayó el teclado, pero lo que se le cayó fue el mouse, y se le cayó estrepitosamente junto con cohibirse un poco por ello. Ni siquiera conversamos en esa clase de Inglés Internacional, pero después lo vi esperando la micro. Y recuerdo que algo le pedí a Dios para él, sin siquiera sospechar que pronto se convertiría en mi amigo.

    Nunca había conocido un ser humano que se le cumpla el deseo que pide a una estrella fugaz. Tampoco nunca había conocido a alguien que pareciera que la fama lo persigue, un concurso internacional, una intoxicación, posters promocionales para obras de teatro y de seguro un batallón de personas que lo sigue y que percibe que hay cosas especiales en él.

     Se me vienen muchas imágenes a la mente: recuerdo un cuerpo apretado en la puerta de un bus, un grifo de agua roto, la salpicadura de un auto, un canto agudo, un spanish, un disfraz de zeus, unos guantes sin dedos y una profesora imitada. También recuerdo un montón de regalos, de detalles...detalles que aunque guardo con mucho cariño, están en distintas partes de mis cajones desordenados y aparecen de pronto.

    Los últimos años han sido muy extraños... extrañísimos, cosas que todavía no puedo entender ni asimilar. Pero de alguna u otra manera, sé que cuento con algo que no cae ni se disuelve, y es que tengo alguien que me puede hacer reír, y que siempre está dispuesto a hacerlo. Si tuviera que emprender un viaje largo, llevaría conmigo la creatividad de este joven, así como de otros me llevaría otras virtudes. Además, si tuviera que hacer de verdad ese viaje, me despediría de él, recordándole que pocos hay como él, con perseverancia, estilo y un alma liviana, parecida a la de un niño.
    

jueves, 22 de agosto de 2013

Solo en la lluvia, otra vez

   He dejado de escribir en este blog, por mucho tiempo, pero hoy día las letras del teclado me obligaron a ingresar a este sitio para dejar un sentir, un pensar y un pesar.
   Mi mente ha funcionado y trabajado todo el tiempo sin descanso, incluso en la noche, evocando recuerdos y buscando respuestas. Intento que se me pase, pero todavía queda el dolor de cabeza.
  Mi pecho estuvo apretado un día entero, un dolor que tienes cuando no puedes llorar y necesitas hacerlo. Mi estómago dolió un día entero, dolía como enfriamiento, como ganas de vomitar, como cuando vas a cantar ante el público o disertar frente a un profesor. Mis músculos, ordenados por mis nervios, tiritaban como augurando algún peligro. Estoy enfermo, estoy triste, estoy decepcionado, y siento mi corazón y piernas pesadas.
   Las respuestas llegaron el día de ayer. Llegaron con la lluvia, y con un paseo bajo paraguas, mojando más mi alma que mis pantalones, entablando una conversación, con Aquel que me salvó.
   ...ha sido un recorrido tan largo y tan solitario. Ha sido un recorrido que me ha planteado tantas situaciones, tantos enfrentamientos de valores y de reflexiones infinitas. Pero hoy no será invocado el dolor del ayer, el dolor de aquel recorrido junto a gritos de desconocidos en las calles de Temuco, y es porque hoy se enfoca todo en algo completamente diferente.
   Hoy se celebra un día. El día del niño. Cada vez que me veo observando a alguien, me pregunto cómo habrá sido su vida de niño, y de si el hecho de pensar en qué pudo vivir en su infancia, logra explicar las cosas que le suceden en la actualidad, o su forma de ser y pensar.
   Para lo que algunos es trivial, para otros son las cosas determinantes de la vida. No sé qué va a pasar mañana, ni siquiera puedo prometer que las cosas que defiendo hoy en día, vayan a ser mis regentes en los años venideros. Lo que sí puedo saber desde ya, es que no operaré como aquel que me dejó en la lluvia de Temuco, ya que por muy distintas que sean las visiones de vida, los amigos son los amigos y en aceptar las diferencias está una buena parte de ser sabio. Aunque leas o no, siempre estaré pendiente, de si necesitas ayuda.