El camino se hizo más largo que
de costumbre, y el número de gotas de lluvia por unidad de superficie comenzó a
aumentar. Empezó a sentir frío en la cara y a ponerse de mal humor así que subió a las mejillas, la bufanda que cubría su
cuello. Caminó por un buen rato, esperando que el día acabara pronto, pero no
llegaba a destino. El recorrido se estaba volviendo ridículamente largo
mientras el cielo se ennegrecía más. Pensó que a lo mejor estaba caminando muy
lento.
Algo no andaba bien. Se sacó los
audífonos, para observar con más calma… y se sintió sobrecogido al notar que no
había nadie en la calle. Miró hacia atrás y el haberse encontrado con Mariana y
los novios parecía haber sido un espejismo, porque no se veía ningún tipo de
movimiento. Tampoco pasaban los autos, la calle estaba desierta. Si alguno ha
sentido la sensación de estar atrapado en un callejón y siendo perseguido,
probablemente no se compara con la sensación de verse solo en un lugar extenso.
Las luces de las tiendas continuaban encendidas y el único sonido que se podía
percibir era el de la suave lluvia.
El corazón se le recogió y se
sintió helado de pies a cabeza. Sintió un miedo extraño y adrenalínico, que
sólo le permitió echarse a correr por la calle, a lo que más daban sus fuerzas.
Corría y corría, pidiendo dentro de su mente, que apareciera alguna persona.
Miraba a ambos lados todo el tiempo, corriendo y cruzando las calles…pero en
realidad era poco lo que avanzaba, era como si las dimensiones del espacio se
hubieran roto, o como si el espacio se hubiera agrandado.
Pero corrió con más fuerza y más
rápido, mientras la desesperación subía de su pecho a su garganta y de su
garganta a los ojos. Si alguien ha sentido una desesperación de manera súbita
cuando segundos antes estaba escuchando música mientras caminaba, probablemente
puede entender de qué forma se sentía este muchacho.
Las tiendas estaban totalmente
vacías, sin un ápice de vida humana, sólo había luces encendidas, que se
sumaban a las de los postes del alumbrado público. Se detuvo. Trató de respirar
más rápido, pero respirar era extrañamente tan irreal en aquel momento en que
las cosas no eran para nada concretas. Miró las luces de la calle, que estaban
alineadas hacia el punto de fuga donde estaría el bus que lo llevaría a su
casa. Se acercó a la que estaba más cerca de él, se apoyó en aquel poste de
concreto, para recobrar algo de aliento. Miró hacia arriba para ver de frente la
luz naranja que lo alumbraba. Si no había nadie en la calle y no avanzaba en su
camino, ¿Por qué las luces continuaban encendidas? Le bastó pensar eso, para
que todo se volviera oscuro y entrara en las tinieblas más horribles en que
alguien se haya podido imaginar.
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