sábado, 21 de septiembre de 2013

El puente

El camino se hizo más largo que de costumbre, y el número de gotas de lluvia por unidad de superficie comenzó a aumentar. Empezó a sentir frío en la cara y a ponerse de mal humor así que  subió a las mejillas, la bufanda que cubría su cuello. Caminó por un buen rato, esperando que el día acabara pronto, pero no llegaba a destino. El recorrido se estaba volviendo ridículamente largo mientras el cielo se ennegrecía más. Pensó que a lo mejor estaba caminando muy lento.

Algo no andaba bien. Se sacó los audífonos, para observar con más calma… y se sintió sobrecogido al notar que no había nadie en la calle. Miró hacia atrás y el haberse encontrado con Mariana y los novios parecía haber sido un espejismo, porque no se veía ningún tipo de movimiento. Tampoco pasaban los autos, la calle estaba desierta. Si alguno ha sentido la sensación de estar atrapado en un callejón y siendo perseguido, probablemente no se compara con la sensación de verse solo en un lugar extenso. Las luces de las tiendas continuaban encendidas y el único sonido que se podía percibir era el de la suave lluvia.

El corazón se le recogió y se sintió helado de pies a cabeza. Sintió un miedo extraño y adrenalínico, que sólo le permitió echarse a correr por la calle, a lo que más daban sus fuerzas. Corría y corría, pidiendo dentro de su mente, que apareciera alguna persona. Miraba a ambos lados todo el tiempo, corriendo y cruzando las calles…pero en realidad era poco lo que avanzaba, era como si las dimensiones del espacio se hubieran roto, o como si el espacio se hubiera agrandado.

Pero corrió con más fuerza y más rápido, mientras la desesperación subía de su pecho a su garganta y de su garganta a los ojos. Si alguien ha sentido una desesperación de manera súbita cuando segundos antes estaba escuchando música mientras caminaba, probablemente puede entender de qué forma se sentía este muchacho.


Las tiendas estaban totalmente vacías, sin un ápice de vida humana, sólo había luces encendidas, que se sumaban a las de los postes del alumbrado público. Se detuvo. Trató de respirar más rápido, pero respirar era extrañamente tan irreal en aquel momento en que las cosas no eran para nada concretas. Miró las luces de la calle, que estaban alineadas hacia el punto de fuga donde estaría el bus que lo llevaría a su casa. Se acercó a la que estaba más cerca de él, se apoyó en aquel poste de concreto, para recobrar algo de aliento. Miró hacia arriba para ver de frente la luz naranja que lo alumbraba. Si no había nadie en la calle y no avanzaba en su camino, ¿Por qué las luces continuaban encendidas? Le bastó pensar eso, para que todo se volviera oscuro y entrara en las tinieblas más horribles en que alguien se haya podido imaginar.

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